Año I

Me enteré del accidente del tren de Santiago en el aeropuerto de Barajas, bien entrada la noche del 24. Estaba a punto de entrar en el avión que me llevaría de Madrid a la Ciudad de México que es hoy mi casa, aunque entonces solo fuera una aventura con muchas incertidumbres y muy pocas certezas.

No le dije nada a Elena, pensando que no era la noticia más tranquilizadora que comentar en esos instantes previos a un vuelo transoceánico.

Luego, durante doce o quince horas, lo olvidé, como olvidamos tantas tragedias que no nos afectan: no tanto por cinismo como por cotidianidad.

Y cuando ya había procesado el accidente -qué putada, qué mierda, coño-, la bomba en forma de tuits que no quería creer primero; luego como whatsapps de confirmación. Dick iba en el tren. Se nos había ido Juanan. «No me digas eso, por dios». «¿Está confirmado?».

Abracé a Elena: lloraba. Yo también, creo. No lo recuerdo bien. Todo tenía un filtro de irrealidad en mi visión alterada por el jet lag y los dos mil metros de altitud en una ciudad inabarcable que entonces no podía sentir más ajena.

Hace un año que Dick se fue. De él tengo muchas cosas que decir, pero ya las han dicho otros mucho mejor de lo que yo pueda hacerlo. Y, sobre todo, las dijo él. Las dejó dichas en Tuiter, en Fans, en Karusito. Todos las habéis leído.

Algunos tuvimos, además, la suerte de conocerle, aunque fuera solo un poco.

Y no nos olvidamos.

Los hombres de Carletto

Nos llaman a muchos «las viudas de Mourinho», y más allá de la gracia y la mala leche -siempre refrescante- del calificativo, los que no se enteraron de la película durante los últimos tres años siguen errando estrepitosamente. Hay un nuevo hombre al mando, Carlo Ancelotti, y aunque en muchos de nosotros no desate el fuego en las entrañas que sentíamos con nuestro anterior técnico, lo respetamos y le concedemos plenos poderes como commander in chief de nuestro madridismo, además de serlo de nuestro Madrid. Ancelotti, extraordinario centrocampista de los 80 y primeros 90, bicampeón de Europa como entrenador, campeón de liga en tres países diferentes dirigiendo a Milan, Chelsea y PSG. No son pocas credenciales. Pero el Madrid es otra cosa. Para lo malo, principalmente; no tiene sentido que nos engañemos.

Arranca el Real Madrid 13/14 a quince días de saber qué plantilla quedará configurada definitivamente, por esas cosillas de la FIFA. Parece que el único movimiento relevante que queda es saber si el culebrón de todos los años -Florentino es adicto al thriller planificador– acabará consumándose. Bale sería un fichaje seguramente innecesario, sobre todo teniendo en cuenta que sigue faltando un 9 killer en el roster, pero que no por ello  deja de ilusionar. El galés es muy bueno, ha crecido futbolísticamente con AVB y ahora no solo desmoraliza defensas a la contra sino que es un activo para el juego posicional más pausado que parece va a ser seña de identidad de este equipo con Ancelotti en el banquillo. De todas formas, más allá de la incógnita en torno a Bale, el equipo está definido y listo para comenzar la temporada, ya sea con el de Cardiff o sin él.

Yo tengo pocas dudas al respecto: la plantilla de este año es mejor que la del año pasado. Los fichajes, aun siendo muy jóvenes, tienen experiencia, hambre y talento. Isco, la contratación estrella del verano, es un niño que ya ha ganado eliminatorias de Copa de Europa por su cuenta y que está llamado a convertirse en el centrocampista referencia en Europa en los próximos años. Ancelotti lo está utilizando mucho, dándole confianza, introduciéndole en el sistema y haciéndole sentir importante. El malagueño es, obviamente, un fichaje a largo plazo, pero está listo ya mismo para tomar las riendas del equipo. Tiene el talento para ello. Eso sí, su competencia no será poca. De eso hablaremos luego.

Illarramendi, mediocentro vasco, es otra de esas joyitas de la nueva hornada de talentos españoles. Intenso cuando no tiene el balón, seguro cuando lo juega, apoyo constante para sus compañeros: Asier es sobriedad y equilibrio. Más exhuberante es Dani Carvajal, que vuelve tras un gran año en Alemania y que ofrece para el lateral derecho virtudes complementarias a las de Arbeloa: mientras Álvaro es concentración, seguridad defensiva y calidad táctica, Dani es potencia, línea de fondo y centro al área. El último fichaje, aunque este lleva comillas, es el de Casemiro, que sube al primer equipo tras medio año en el Castilla. Tiene cuerpo de Mauro Silva y ha levantado cierto hype mediático por su buen hacer en la pretemporada. El tiempo dirá si justificado o no, lo cierto es que va a tener que ganarse los minutos a pulso.

Y es que, como se puede ver, el Madrid ha reforzado principalmente el centro del campo, que es la línea que más dudas dejaba, por profundidad, en los últimos años. Esta temporada no puede haber queja: hay centrocampistas para todos los gustos. Pero vayamos en orden. Este es el análisis línea a línea de la plantilla.

Portería

Casillas, Diego López y Jesús Fernández, ya que Adán tiene la carta de libertad del club, serán los tres porteros de la 13/14. Todo hace indicar que Casillas parte como titular para Ancelotti, seguramente, entre otras cosas, para minimizar el ruido mediático en sus primeras decisiones como entrenador madridista. Si el de Móstoles repite sus actuaciones del inicio de la pasada liga, sin embargo, no sería difícil mandarle al banquillo, más aún teniendo la seguridad de un Diego López que acabó completando una excelente segunda mitad de campaña, con actuaciones destacadas en los momentos importantes. En todo caso, dada la lamentable mediatización de una decisión que debería ser puramente deportiva, está en las manos de Iker Casillas ser o no el portero titular del Real Madrid.

Defensa

Línea que seguramente ha empeorado en este mercado. Reírse de la cintura de Albiol o de la edad de Carvalho ha sido durante estos años un pecado recurrente que hemos cometido muchos madridistas, pero tenerles como cuarto y quinto central era, sin duda, un lujo. Ahora ambos están fuera y los centrales son Ramos, Varane, Pepe y Nacho. Dada la enquistada lesión del extraordinario defensor francés, todo hace indicar que el año futbolístico comenzará con Ramos-Pepe en el centro de la zaga y con ciertos sudores fríos en el madridismo recordando el estado de forma del portugués y su última actuación estelar en el marcaje de Lewandowski cierto miércoles del abril pasado. El lateral derecho será para Arbeloa y Carvajal -complementarios, como ya hemos dicho- y el izquierdo para Marcelo -que presumiblemente parte como titular- y Coentrao, si es que el club no mete a Fabio en alguna absurda operación que empeore y desequilibre la plantilla.

Centro del campo

La línea más reforzada, como ya hemos dicho. A los fichajes de Isco, Illarramendi y Casemiro hay que sumar los que ya estaban: el decadente y aun así imprescindible Alonso; Luka Modric, que debe dar un paso al frente y convertirse en el jefe en medio de tanto talento; Sami Khedira, con su habitual dinamismo y solidaridad. Un centro del campo de garantías, con perfiles complementarios en lo técnico, físico y táctico. Mucha competencia. Veremos cómo la gestiona Ancelotti.

Ataque

Cristiano Ronaldo, omnipresente, acaparador, referencia. Cada año es mejor, cada año tiene más hambre, la cabeza más fría y el pie más preciso. El mejor jugador del equipo será, como siempre, el faro que guíe a sus compañeros. A su lado estarán Özil, también mejor -y más regular- cada año, pero aún sin ese puntito de determinación en los momentos clave; Di María, que si no se marcha -en caso de llegar Bale- deberá tranquilizarse y demostrar que el fútbol maduro que mostró hace dos años no fue casualidad; Benzema, que puede reclamar este año la punta del ataque para él solo y que sigue, cuatro años después, presentando dudas infinitas sobre si piensa dedicarse en serio a esto del fútbol. Las novedades atacantes de este año no son fichajes, sino chavales del filial: Morata, de impresionante madurez mental y profesionalidad, es un delantero muy aprovechable en diversas posiciones de ataque; Jesé, veloz, agresivo y con gol, ofrece dudas por su comportamiento, digamos, disperso; Cheryshev no formará probablemente parte del primer equipo, pero es un extremo de buen nivel. Falta Kaká, sobre el que no tengo ganas de comentar nada.

Como se ve, plantilla completa, joven y talentosa. Me sigue quedando la espinita del 9 de área, pero hay opciones suficientes para suplir esta carencia. Carlo Ancelotti tiene entre manos una plantilla extraordinaria y, supongo, necesitada de un cambio de aires tras la exigencia mental de los últimos años. Lo serio empieza el domingo y hay razones para que seamos optimistas. Lo único que tenemos que hacer nosotros es sentarnos en la grada o delante de la tele y gritar, que se oiga en todos lados, que no se deje de escuchar nunca, «¡Hala Madrid! (hijos de puta)».

El Real Madrid de José Mourinho

He empezado a escribir esta entrada con afán puramente descriptivo: estos son los hechos, estos son los números, ha pasado esto y lo otro, se ha ganado tanto y se ha perdido tanto. Pero en seguida me he dado cuenta de que no tiene sentido. Todo lo que ha hecho José Mourinho en el Real Madrid lo ha hecho con pasión -ya dijo Hegel que nada grande se puede hacer sin ella-, y su figura no merece frialdad en la despedida, aunque él no la vaya a leer, aunque quede aparcada en una esquina de internet. No hablaré aquí en plural, porque esta es mi opinión y no pretendo proyectarla en nadie más. Siempre le estaré agradecido a José Mourinho por lo que ha hecho por mi club, por mi puto Real Madrid. Y siempre me quedará esa honda decepción de lo que pudo ser y no ha sido, por responsabilidad suya y de otros. Pero por encima de todo estará la inmensa gratitud por remover mi madridismo, por vincularme otra vez a este equipo, por hacerme sentir orgulloso, después de tanto tiempo, de ser del Real Madrid.

Esa cosa tan tonta, ya se sabe.

José Mourinho deja un Real Madrid mejor que el que encontró. En lo deportivo: deja una plantilla mejor; los jugadores que ya estaban son hoy mejores; los que no conocían las rondas nobles en Europa ya las conocen; los que no sabían que jugar en el Real Madrid implica luchar por todo, siempre, ya lo saben. Pero también en lo institucional y lo social: la nefasta figura de Valdano ha desaparecido; la prensa ya no compadrea con los jugadores ni tiene mano en las decisiones del club; una inmensa mayoría de aficionados se ha dado cuenta de que, independientemente de quién ocupe el cargo, es el entrenador el que tiene que tomar las decisiones deportivas que crea convenientes.

El Real Madrid es mejor hoy que hace tres años, y se han sentado las bases para transformar al club en una institución realmente moderna y funcional. Que se decida (o no) construir sobre esas bases es decisión del presidente, un Florentino Pérez que ha permitido -él mismo lo ha reconocido en rueda de prensa- que los medios de comunicación desgastaran el proyecto y acabaran precipitando la salida de José Mourinho, sometiéndole a un acoso y derribo salvaje y sin precedentes a lo largo de sus tres años en el puesto.

Efectivamente, Mou se va porque no aguanta más, porque él ha trabajado con honestidad y profesionalidad mientras su proyecto era boicoteado en dos frentes, mientras que sus supuestos aliados colaboraban con su silencio cómplice.

El primer frente: la prensa. La inmensa mayoría de la prensa -seremos benévolos salvando a algunos, porque siempre hay alguien a quien salvar- , ha actuado de forma desleal, cobarde y destructiva. Sobrepasaron desde el primer momento el listón de la sana crítica periodística, del análisis, y se entregaron rabiosos al ataque personal e indiscriminado. A José Mourinho se le ha atacado sin descanso desde Marca, As, El País, la COPE, la SER, Ondacero, Radio Marca y otros medios menores, y se le ha criticado sólo con algo más de cordura desde El Mundo, ABC o La Sexta. Todo ello aun cuando el desempeño deportivo era más que notable y la gran mayoría del madridismo apoyaba a su entrenador. Cuando esto cambió, no hubo árbol caído suficiente para tanta leña que quisieron hacer.

El segundo frente: las ovejas negras del vestuario. No creo que, hasta la eliminación en Copa de Europa frente al Borussia, las manzanas podridas fueran más de dos o tres. En un vestuario de fútbol cada uno va por su lado, más allá de las lógicas afinidades personales, y es evidente que los futbolistas saben que con pocos entrenadores como con José Mourinho podían llenar sus currículos de trofeos. Aparte de esto, todos los futbolistas que alguna vez jugaron para Mou coinciden en idolatrarlo. Pero el vestuario del Madrid es especial: aquí estamos acostumbrados a una larga dinastía de caciques que se sienten intocables, más importantes que el club y con derecho a hacer y deshacer a su antojo. El último de estos caciques, Iker Casillas Fernández, utilizó toda su influencia mediática (filtraciones a periodistas más que reconocidas en el mundillo; declaraciones de su novia criticando a compañeros o diciendo que el vestuario no apoyaba al entrenador; críticas abiertas del propio Casillas a compañeros tras fallar; etcétera) para sus propios fines. La desvergonzada y unánime campaña de la prensa deportiva para que volviera  a la titularidad Casillas después de ser relegado al banquillo primero por sus muy pobres actuaciones deportivas y después por una lesión es la muestra más clara de la ascendencia del jugador sobre los periodistas y de la falta absoluta de rigor, capacidad analítica y profesionalidad de la mayoría de estos últimos.

Y por último, el supuesto aliado: el club. Colaborador necesario de los desmanes señalados anteriormente con su silencio cobarde y cómplice. Mourinho ha estado sólo en la defensa del club y del proyecto, y eso no ha hecho más que añadir un foco de desgaste a su labor.

Son muchos y grandes los obstáculos que ha tenido Mourinho, un entrenador de fútbol, para llevar a cabo su labor, pero flaco favor haríamos a su figura si nos refugiáramos en el victimismo y abandonáramos aquí el análisis. Mourinho es el mejor entrenador del mundo por alcanzar la excelencia en diversos campos: riqueza y versatilidad táctica, capacidad de adaptación al rival y al entorno competitivo, mejora del futbolista, control de elementos extradeportivos, capacidad de motivación, lectura del juego y dirección de campo.

Y, sin embargo, su Real Madrid ha tenido carencias y defectos que le han impedido alcanzar su techo de rendimiento. Separaremos el análisis en los tres años, pues hay suficientes diferencias entre ellos.

Año 1. El Real Madrid necesita creer en sí mismo como equipo, viene de dos años en blanco, de seis sin hacer nada en Europa y de ver cómo el eterno rival establece una hegemonía nacional e internacional de juego y títulos. En liga el equipo comienza titubeante pero muy pronto se encauza y empieza a jugar muy bien, hasta que el famoso 5-0 en el Camp Nou hace dar un paso atrás. El ritmo y el nivel de juego no se termina de recuperar en liga, pero el equipo hace una Copa fantástica y tumba en Champions el fantasma de los octavos. En el clímax de la temporada, el rallye de partidos frente al Barça, se gana con brillo y emoción la Copa mientras que caemos eliminados en Champions, tras un 0-2 en el Bernabéu en el que Mou pecó de conservadurismo en el planteamiento, buscando el 0-0 (aunque esto no sea algo negativo de por sí, seguramente el equipo estaba emocionalmente preparado para salir a ganar ese partido tras la victoria copera) y de falta de cintura tras la expulsión de Pepe.

Año 2. La liga de los récords (100 puntos, 121 goles), el cambio de tendencia en los Madrid-Barcelona, el año que mejor ha jugado el Madrid desde que veo fútbol y el año que más cerca ha estado la Décima. El Madrid alcanza un nivel de brillantez en su fútbol que le hace pasearse en liga y avanzar con comodidad rondas en Europa. Quedamos eliminados en cuartos de Copa frente al Barcelona, pero tras la ida de esa eliminatoria solo perderemos un partido de los siete siguientes frente a los culés (el más irrelevante, además, la ida de la Supercopa del año siguiente). El Madrid ha conseguido, por fin, superar al Barça, y sólo le queda ganar la Copa de Europa para establecer una nueva hegemonía. Sin embargo, el equipo peca de falta de competitividad en la semifinal frente al Bayern, no sabiendo hacer efectiva su presunta superioridad futbolística por falta de control sobre cada situación del juego. Heynckes le gana la partida a Mou y el Madrid no alcanza la final de Champions, aunque completa una gran temporada.

Año 3. Sin duda el peor de los tres. Tras ganar la Supercopa, el Madrid realiza un pésimo comienzo de liga que le condena para el resto del año, ya que el Barcelona no falla. La falta de incentivos en el día a día se convierte en una losa: el equipo jamás se acerca al nivel de juego del año anterior. Aun así, el equipo se planta en la final de Copa (tras eliminar al Barça con un 1-3 en el Camp Nou) y en semifinales de Champions (tras eliminar a Manchester United y Galatasaray). De nuevo el fiasco llega en esta ronda y es lo suficientemente reciente como para no tener que recordarlo. El equipo sigue sin saber competir en los momentos de máxima importancia. La final de Copa, disputada en medio de un clima totalmente enrarecido, se pierde ante al Atlético de Madrid de Simeone.

El principal defecto de este Real Madrid ha sido, como ya he apuntado, la falta de competitividad. Ha habido equipos peores que han sabido dominar el otro fútbol, o que han sabido controlar emocionalmente situaciones del juego y que han salido victoriosos. El Madrid de Mou ha sido, de forma sorprendente, un equipo bastante frágil en el aspecto mental, y lo ha pagado cuando ha tenido que enfrentarse a equipos que seguramente sean ligeramente inferiores en potencia, pero que tuvieron sangre en el ojo y supieron apretar los dientes cuando hizo falta.

Algunos han apuntado que el Madrid se centró demasiado en ser una máquina anti-Barcelona y se olvidó de que existían otros grande equipos ahí fuera. No me parece una explicación nada mal tirada. En todo caso, siempre faltó un punto de veneno en este equipo, y otro de frialdad mental.

Echo la vista atrás tres años y recuerdo el día en que llegó José Mourinho. Las perspectivas a tres años vista eran mejores de lo que luego se logró, sin duda: Mourinho es el mejor y yo esperaba, sin rodeos, que consiguiera más de lo que ha conseguido. Por eso hay un punto de amargura, una sensación de extraña decepción ahora que se marcha. Su etapa aquí ha sido francamente positiva pero, y aun teniendo en cuenta todos los condicionantes, esperaba más en lo deportivo.

Pero no sería justo acabar así. Mourinho me ha devuelto la pasión por mi equipo, el orgullo, la fiereza. Me ha hecho identificarme con él, con sus jugadores, con su proyecto, con su fútbol agresivo y vertical, con esas oleadas de ocasiones y goles. Me ha hecho volver a recordar lo que es ganar en primavera, como decía Jabois, lo que es volver a la aristocracia europea, y ser temido. Me ha hecho emocionarme, me ha hecho vibrar, me ha hecho sentir cosas grandes. Y eso solo lo consiguen aquellos a los que amas.

Se va Mou a Londres, a ser feliz, a desintoxicarse de una etapa que le ha desgastado pero de la que seguro que ha aprendido. Se va Mou y sé que triunfará, porque no hay otro como él. Se va Mou y espero que un día, si es que alguna vez nos convertimos en un club serio partiendo del camino que él trazó, quiera volver, y acabar el trabajo que dejó incompleto. Nos lo merecemos todos los madridistas. Pero sobre todo se lo merece él.

Diez minutos sobre Manchester

Copa de Europa, octavos de final, partido de vuelta. Manchester United-Real Madrid. En el minuto 56 de partido, con 1-0 en el marcador, el árbitro expulsa a Nani interpretando el reglamento de una forma entre rigurosa y errónea.

A partir de este momento se precipitan los acontecimientos. Ferguson, que estaba dominando tácticamente el encuentro, no toma ninguna decisión. Mourinho, hasta entonces muy inferior a su colega escocés, reacciona inmediatamente sustituyendo a Arbeloa por Luka Modrić.

Corre el minuto 58:30 de partido.

El Real Madrid se coloca en una especie de 4-1-1-4, con Khedira de lateral derecho y Modrić de acompañante de Alonso, iniciando la jugada a su altura o incluso por detrás del tolosarra y terminándola por delante, en la zona del 10. Esto es algo que podemos observar claramente en la jugada del gol del croata: recibe de Varane estando por detrás de Alonso y finaliza en la frontal, con su extraordinario disparo.

gol modric

En la imagen superior, inicio de la jugada, Modrić recibe de Varane estando más retrasado que Alonso. En la inferior, recibe (muy por delante de Alonso) justo antes de disparar a puerta [pinchar en la imagen para ampliar]

Entre medias: paciencia, dinamismo, toque y movimiento constante, agresividad en la conducción y el quite, oxigenación. Modrić es una bendición para el Real Madrid, el hombre que gana el partido. Permite al equipo tener el balón mucho más arriba y empuja al Manchester contra su portería.

Pero ésto por sí solo sirve de poco, ya que el Manchester no tiene mayores problemas en sufrir y en defender frontalmente el área. Ahí entra el segundo ajuste de Mou. Como explican muy bien en 38ecos, el movimiento es dividir a los cuatro atacantes en dos bloques: en la izquierda, Cristiano-Kaká; en la derecha, Higuaín-Özil. Así se crea espacio en el centro y se empiezan a vislumbrar las grietas de la muralla, con movimientos de entrada y salida de los cuatro hombres mencionados.

dos y dos

Dos momentos diferentes del partido, con los dos bloques de ataque y Modrić por detrás [pinchar en la imagen para ampliar]

El Madrid romo y espeso de la primera parte pasa a ser un equipo dinámico y que llega al área contraria con facilidad. Los dos goles son consecuencia de lo explicado. En el primero, Modrić amasa la pelota en la frontal mientras los atacantes madridistas obligan a 8 hombres del Manchester a acularse contra su portería; entonces entra en juego el genio de Modrić y su talento para sacarse de encima al único defensor que tiene cerca y armar un disparo tremendo. El segundo gol es una jugada larguísima donde Modrić vuelve a hacerse fuerte en las inmediaciones del área, siendo un apoyo constante para sus compañeros. El croata lleva el balón hasta el sector derecho del ataque, donde Özil e Higuaín combinan con gran calidad y este último mete un centro para que remate el sector izquierdo, en este caso Ronaldo entrando al segundo palo.

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Higuaín se dispone a centrar para el gol de Cristiano Ronaldo [pinchar en la imagen para ampliar]

Corre el minuto 68:20 de partido.

Han pasado 10 minutos desde la entrada de Luka Modrić al campo y el Madrid ha remontado la eliminatoria.

5 momentos del Real Madrid 2012

5. Copa del Rey, Cuartos de Final, Vuelta. Barcelona 2-2 Real Madrid

Si derrotar al Barcelona en la final de la Copa de 2011 fue la demostración palpable de que sí se podía, fue la misma competición, la temporada siguiente, la que supuso un punto de inflexión en los enfrentamientos Madrid-Barcelona. La ida había supuesto una nueva decepción para el madridismo, que veía como su equipo sembraba el terror en liga pero era aún incapaz de imponerse al equipo de Guardiola. Sin embargo, quizás porque no había nada que perder, el Madrid salió al Camp Nou sin complejos, mandó en el juego, creó espacios y los aprovechó y tuvo varias ocasiones de remontar la eliminatoria en una primera parte que dejó una actuación memorable de Mesut Özil. Y, sin embargo, el pesimismo fue absoluto cuando primero Pedro y después Alves colocaron un inverosímil e injusto 2-0 en el marcador con dos goles al borde del descanso. No se descompuso el Madrid, aunque su dominio se diluyó en la segunda parte. Pero en un arreón de orgullo Cristiano Ronaldo acortó distancias y Benzema paró el tiempo para marcar un gol extraordinario. La remontada estuvo a un gol de distancia, pero finalmente, y no por falta de oportunidades, no se consumó. El Madrid cayó eliminado, pero no fue una derrota amarga. Algo había cambiado.

4. Liga 12/13, Jornada 17. Málaga 3-2 Real Madrid

Un partido extremadamente atípico por el ambiente enrarecido hasta lo insoportable por un entorno venenoso y un equipo desconcertado. La suplencia de Casillas fagocitó cualquier análisis previo o posterior, pero lo cierto es que el Real Madrid jugó una primera parte notable -algo muy raro en la presente temporada- y la falta de pegada, como en tantos partidos, lastró al equipo tanto en el marcador -evidentemente- como en el aspecto mental. Los jugadores adolecen de una falta de confianza muy importante y el técnico no está encontrando la forma de solucionar el problema. La segunda parte trajo un bajón en el fútbol del equipo, que se asemejó más al nivel mediocre mostrado esta temporada, y el Málaga, muy buen equipo, se impuso no sin merecimientos. A 16 puntos del Barcelona en el campeonato, el Madrid debe encontrar la forma de salvar la temporada por otras vías mientras tiene la obligación de seguir dando la cara en una competición que sabe perdida.

3. Supercopa de España, Vuelta. Real Madrid 2-1 Barcelona

El partido de vuelta de la Supercopa de España supuso para el Madrid el segundo título de la temporada pero también, visto en perspectiva, una forma de dejar pasar la oportunidad de causar un grave daño en el proyecto que comenzaba Tito Vilanova en el Barcelona. Es un ejercicio de fútbol ficción imaginar qué hubiera pasado sin Gonzalo Higuaín hubiera acertado con la portería de Valdés en todas las ocasiones manifiestas que tuvo, pero personalmente tengo pocas dudas de que una goleada -el 5-0 no fue nada descabellado en muchos momentos del partido- hubiera hecho importante mella en el Barcelona. Al final, un 2-1 que trajo un título pero también la sensación opuesta al partido de Copa anteriormente mencionado. What if…

2. Copa de Europa, Semifinales, Vuelta. Real Madrid 2-1 Bayern 

No me resisto a citar a madridista ateo en su crónica del partido: «Un partido de proporciones bíblicas, una explicación de por qué los equipos más grandes son los más odiados y vuelan la cabeza a multitudes«. Madrid y Bayern disputaban una anticipada final de Copa de Europa (que, para darnos una lección, acabó ganando el Chelsea) y Cristiano Ronaldo decidió dejar remontada la eliminatoria en el minuto 15. Después de eso, una de las decisiones más discutibles de la era Mourinho: el Madrid renunció al aplastamiento y decidió conservar. Es injusto quitarle su parte de mérito al Bayern, equipo poderoso y que contaba con columnas como Kroos, Ribery y Mario Gómez: no son pocos argumentos. El propio Gómez volvió a empatar la eliminatoria, que acabó llegando a los penaltis. Ronaldo falló su primera pena máxima en dos años. Neuer y Casillas pararon de maravilla. Pero la foto que ha quedado para la posteridad es la de Sergio Ramos tirando su penalti al tercer anfiteatro. Nunca estuvo más cerca la Décima.

1. Liga 11/12, Jornada 35. Barcelona 1-2 Real Madrid

Mesut Özil vio el pase tan fácil porque lo había dado unas trescientas veinticinco veces antes: Cristiano Ronaldo tirando una diagonal furiosa entre centrales y señalando el espacio donde quería el balón. Luego, el control, el recorte hacia fuera, la definición tensa y rasa ante el portero rendido. Los 100 puntos se resumen en esos tres conseguidos en el Camp Nou, los 121 goles en ese de Ronaldo. El mejor Real Madrid que ha visto un servidor se alzaba con la mejor liga de la historia, terminaba con la hegemonía del Barcelona de Guardiola y encumbraba a los altares a un futbolista legendario.

¿Cómo no íbamos a estar tranquilos? Con nosotros jugaba Cristiano Ronaldo.

 
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El asesinato de dios

El 27 de mayo de 1964 Di Stéfano jugó su último partido con el Real Madrid. Fue la final de la IX edición de la Copa de Europa, en la que el Inter se impuso al Real Madrid por 3-1 en el Prater de Viena.

“Y tener la suerte en contra, además de tener al Inter actual en contra también, era mucha empresa con las facultades gastadas del gran jefe Alfredo Di Stéfano, quien por primera vez en su vida de oro y de laureles no ha podido luchar con éxito contra tan arrogante ‘población civil’ del Inter”.

“Al no aparecer el mando de Di Stéfano por primera vez en una final de Copa, casi era lógico que el Madrid la perdiera. Y la perdió”.

ABC, 28/5/1964

El presidente Santiago Bernabéu declaró tras el partido: “Esta final ha sido el triunfo de la juventud y de las facultades físicas. No se puede vivir siempre de los lauros conquistados”. Tras aterrizar en Barajas, el presidente dijo: “En nuestras filas hay necesidad del relevo de algunas de las que fueron grandes figuras”.

“Di Stéfano y Gento son los dos únicos jugadores de Europa que han participado en las nueve Copas. Y en el caso de Di Stéfano, participar ha sido tanto como garantizar el máximo empleo. Nada se le puede decir, ahora, porque una acción conjunta de un sistema defensivo eclipse su natural y permanente reinado en los campos”.

“Cuando Herrera estaba en el Barcelona, llegó a decir que si le hubieran encomendado la misión de entrenar al Madrid, en aquel momento habría quitado a Di Stéfano del equipo blanco. De esto hace ya más de cuatro años. Y de entonces a acá ha jugado Di Stéfano partidos magistrales”.

ABC, 29/5/1964

El 19 de agosto de 1964, Alfredo Di Stéfano fichó por el Real Club Deportivo Español.

En los 51 años anteriores a la llegada de Di Stéfano, el Real Madrid ganó 2 Ligas y 9 Copas nacionales. En las 11 temporadas de Di Stéfano en el Real Madrid, el club conquistó 5 Copas de Europa, 8 Ligas, 1 Copa Intercontinental y 1 Copa nacional.

Apuntes del Rayo-Madrid

El fútbol con espacios

No es raro escuchar en ciertos lugares que tal equipo prefiere jugar con espacios. Frase absolutamente vacía de contenido, ya que absolutamente todos los equipos del mundo lo prefieren. Jugar con espacios es más fácil. El problema en el fútbol de hoy en día es ser capaz de crearlos. Si te los regalan, como le sucedió ayer al Madrid en Vallecas, todo se simplifica. El Rayo salió con su habitual propuesta ofensiva (aun con cambio de dibujo), buscó arriba al Madrid y dejó huecos atrás. El Madrid entendió lo que proponía el rival y no tuvo miedo en ceder cierta iniciativa, sabiendo que luego podría aprovechar el césped para correr. Sin embargo, el equipo sigue todavía disperso mentalmente, difuso. Inexplicablemente se concedía demasiado atrás, en gran parte debido a las muy pobres actuaciones de Ramos y Arbeloa. También sufrió la espalda de Marcelo, pero con la habitual contrapartida ofensiva; ayer los defensas españoles no aportaron nada.

Pepe

Pepe es un jugador que empieza a estar gravemente infravalorado. Si cualquier otro central del mundo, sin su mala fama, hubiera jugado al fútbol como lo ha hecho Pepe en el último año y pico, a nadie se le ocurriría el disparate de discutirle la condición de mejor central del mundo. Ayer, sin hacer uno de sus mejores partidos, fue otra vez el elemento corrector supremo y factor de intimidación a la delantera rival. Es evidente que su velocidad, elasticidad y extraordinaria técnica defensiva son factores determinantes en su fútbol, pero su capacidad de lectura de cada situación, su toma de decisiones, es también extraordinaria. Su juego sin balón no está al mismo nivel, ciertamente, pero la seguridad defensiva que trasmite Pepe y su capacidad para condicionar el juego propio y ajeno lo convierten en uno de los mejores jugadores del Madrid, y probablemente en el segundo o tercero más insustituible.

Essien

Michael Essien ha sido un jugador extraordinario durante unos cuantos años, y a sus fans siempre nos ha dolido ese físico tan tendente a las lesiones. El Essien que hemos fichado no es ese animal físico que brilló en el Chelsea, sino un jugador mermado que sin embargo sigue conservando su buen trato de balón y su sabiduría táctica. Essien no viene a hacer lo mismo que Khedira, aunque sea su recambio natural. Este Essien no tiene el recorrido del alemán, su ida y vuelta, ni la misma capacidad de encimar o sostener esfuerzos. Sin embargo, para partidos donde se necesite un plus técnico en la base de la jugada sin perder cierta estabilidad, el ghanés va a ser un jugador importante. Ayer debutó en el 4-2-3-1 acompañando a Alonso y cuajó un buen partido. Pasar de Lass a Essien es una mejora sustancial.

Imprecisiones técnicas

Que el equipo -salvo el partido contra el City- no está jugando bien es algo que nadie niega. El fútbol es un conjunto de aspectos físicos, tácticos, técnicos y psicológico-emocionales, y desde hace unos años considerar estos aspectos de forma individual, entre los técnicos de élite, no tiene sentido. Mou habla de que no existe la forma física, sino la forma futbolística. Sin embargo, a la hora de valorar un partido, el espectador sí observa deficiencias concretas en ciertos aspectos del juego. El Madrid tuvo un partido excesivamente impreciso en lo técnico (controles, pases, definición) particularizado en su mejor jugador, Cristiano Ronaldo. Al portugués no le gustan demasiado los inicios de temporada porque le cuesta coger la forma. Le pasó también el año pasado, donde fue muy criticado al principio y acabó siendo el mejor jugador de la temporada europea. Arrancará y será ya imparable, igual que tiene pinta de que esté Madrid romperá pronto a jugar. Pero mientras tanto esta versión menor de Cristiano hace que el equipo sea, consecuentemente, más pequeño.

Coda: Modric

Mientras juegue de 10 -hasta que coja ritmo, según el propio Mou- parece que veremos versiones buenas y malas del genial croata. Pero cuando habrá que empezar a valorarlo es cuando el técnico retrase su posición y Luka empiece a influir desde más atrás. Hasta entonces es mejor no sacar demasiadas conclusiones y disfrutar de ese golpeo exterior maravilloso.

La Copa de Europa

El madridismo muy joven, el que sintió una alegría abstracta con el gol de Zidane en Glasgow porque aún no comprendía de qué iba todo aquello, sólo se ha alimentado de decepciones en Europa.

Han pasado ya diez años desde aquella volea mágica y los tres pies de Iker Casillas y en el camino está el penalti fallado por Figo en Turín, el Bernabéu aplaudiendo a Morientes al marcar el 4-2 con el Mónaco y los cinco años cayendo en octavos. Luego la expulsión de Pepe. Y ayer, los tres penaltis fallados en la tanda.

Es fácil elegir la foto de cada derrota.

Pero es triste, porque uno creció con otras fotos. Con la de Mijatovic recortando a Peruzzi en Ámsterdam. Con la de Raúl corriendo 70 metros para encarar a Cañizares. Con la de Zidane haciendo un escorzo absurdo para rematar un balón que no iba a ninguna parte.

Los que vivimos aquello hoy nos hemos despertado ojerosos y vacíos, pensando en la oportunidad desperdiciada, pues a eso sabe la derrota de ayer. Los chavales de los que hablo no han sentido eso, creo. Para ellos ha sido más de lo mismo, lo que llevan viendo diez años. El Madrid eliminado de la Copa de Europa. Rutina, casi.

Me cuesta decir que no hay motivos para el optimismo, porque sí los hay. Aunque hoy se nos hayan ido todos de la cabeza. Ganaremos la Liga y espero que la disfrutemos, porque no tiene poca importancia. Y el año que viene volveremos, aún jóvenes y extraordinarios, pero con las cicatrices que nos ha dejado el Bayern de Múnich. Volveremos a la puta Copa de Europa y comeremos tibias y peronés y sostendremos la mirada hasta que el rival la aparte. Y  ganaremos la puta Copa de Europa y los chavales tendrán una foto de Cristiano Ronaldo que no será de derrota. Y nos volveremos a sentir en paz con nosotros mismos, porque habremos recuperado algo que llevamos tan dentro de nosotros como el blanco de la camiseta o la corona del escudo.

La puta Copa de Europa.

Núcleo duro

Empieza lo serio. Con el sorteo de Champions de esta mañana ha quedado configurada la hoja de ruta para el tramo final de la temporada de clubes, que terminará el 19 de mayo con la final de la Copa de Europa en el Allianz Arena de Múnich. Bueno, en realidad terminará después ya que las mentes preclaras que dirigen la RFEF han decidido que la final de la Copa de Rey se juegue el día 25. Pero poco nos interesa eso ahora; el madridismo sólo tiene en la cabeza la final de Múnich.

Y es que ya sabemos a quién tendremos que derrotar si queremos levantar la orejona por décima vez. APOEL de Nicosia primero y más tarde, previsiblemente, Bayern y Barcelona. No parece un camino fácil de cumplirse las previsiones que todo el mundo hace, a pesar de que la primera eliminatoria no parece entrañar demasiada dificultad.

Lo cierto es que hemos tenido suerte en los cuartos de final. El APOEL era el equipo más flojo de los ocho que habían alcanzado esta ronda y no deberíamos tener demasiados problemas para superarlos, más teniendo que jugar la vuelta en casa. Si pasamos a semifinales, nuestro rival saldrá del cruce entre Olympique de Marsella y Bayern de Múnich. Todos los analistas coinciden en que pasará el Bayern, que es probablemente el tercer equipo más fuerte del continente. No será fácil jugar contra ellos, que además cuentan con la motivación de jugar la final en su estadio, pero ya habrá tiempo para analizar a nuestro rival. En la final nos esperaría el Barcelona, en el caso de que supere a Milan y, también previsiblemente, Chelsea.

Pero no adelantemos acontecimientos. La intención de esta entrada no es la de analizar el sorteo sino la de dar una visión de cómo encara el Real Madrid esta recta final.

Parece evidente que el Madrid no pasa por su mejor momento de la temporada. Tras las dudas iniciales y los dos meses esplendorosos que nos regaló el equipo antes del partido liguero contra el Barça, ahora estamos en una situación extraña. Es de alabar el esfuerzo realizado por el equipo durante el mes de enero, que fue de una exigencia física y emocional tremenda y que nos permitió no sólo mantener sino aumentar la distancia con el Barcelona. Enero es tradicionalmente un mes difícil para el Madrid: tenemos el ejemplo claro del año pasado. Sin embargo, uno creyó que una vez superado ese bache el equipo volvería a un nivel parecido al de noviembre. O, si no tan exagerado, pues el nivel de acierto técnico alcanzado en partidos como el de Málaga o el del Bernabéu frente al Villarreal fue algo propio de la ciencia ficción, sí pensé que volvería el Madrid arrollador de entonces. Y, a pesar de que el Madrid está jugando bien al fútbol, no se ha vuelto a ese nivel.

Podemos sacar dos conclusiones de ahí. La primera, a la vista de que el Madrid ha seguido ganando de manera casi ininterrumpida, es que el equipo ha alcanzado un nivel altísimo de madurez mental. Ha habido partidos donde los jugadores han mostrado un dominio emocional clarísimo y que les ha permitido imponerse ante circunstancias adversas y en momentos en los que la respuesta futbolística no ha sido brillante. En ese control emocional interviene, por cierto, un factor muy concreto y que responde al nombre de Cristiano Ronaldo. El portugués, que lleva 32 goles en 26 partidos de liga, es un elemento que influye de manera determinante en la confianza de sus compañeros. Los jugadores del Real Madrid se pueden permitir hacer equilibrismos porque tienen la red de seguridad de un tipo que responde en todos y cada uno de los partidos que juega, y que permite ganar partidos (Betis, Rayo) que en cualquier otra circunstancia se hubieran perdido.

La segunda consecuencia, que en realidad es causa pero nosotros no podemos sino inferir inductivamente, es que el equipo no está en plenitud física. Al tradicional bajón físico de Alonso tras navidades –y que este año se ha prolongado mucho más de lo deseable, aunque haya habido síntomas de recuperación en el partido de vuelta contra el CSKA- hay que añadirle otro bajón que también parece que se convertirá en tradicional: el de Marcelo. No volveremos a incidir en la importancia vital de estos dos jugadores en el sistema madridista, pero parece obvio señalar que, si ellos bajan, el equipo se resiente. En realidad las planificaciones físicas de Mourinho no se basan en picos de forma, sino en el mantenimiento de un estado físico más o menos constante a lo largo de toda la temporada, alrededor del 85%. Sin embargo, parece lógico pensar que una constancia absoluta es imposible, y que Mou habrá priorizado esta recta final a la que el año pasado no llegamos en condiciones óptimas, como se notó a partir de la final de Copa.

A pesar de todo esto, es justo señalar que el equipo realizó hace poco un partido extremadamente brillante: fue contra el Espanyol, y al dominio posicional absoluto que ejerció el Madrid hay que añadir picos de excelencia en ataque y de control de la transición ofensiva rival.

A Jarroson le gusta mucho hablar de un núcleo duro, de tíos con los que puedes ir a la guerra, a partirte la cara y competir en cualquier lado. Los únicos que no me generan ningún tipo de dudas a ese respecto son Cristiano, Benzema, Alonso y Khedira. Casillas responderá de manera excepcional cuando llegue lo auténticamente gordo, como siempre ha hecho a lo largo de su carrera, pero hasta entonces se empeñará en desquiciarnos con sus sempiternos defectos y sus declaraciones. Arbeloa lleva varios partidos a un nivel pésimo de forma, aunque su rigor y entrega son siempre admirables. Ramos y Pepe forman la mejor pareja de centrales del mundo, son grandes responsables de que el equipo juegue como juega y en general su nivel es extraordinario. Si no les he metido en el primer grupo es por algo que todos sabemos: son muy inestables, dos semi-esquizofrénicos en una posición que generalmente ha requerido cabeza fría. Özil, tras su mediocre inicio de campaña, está cuajando un muy buen 2012 (con picos sobresalientes como la vuelta de Copa en el Camp Nou); pero sabemos cómo es y sabemos que pasarán dos o tres años antes de que podamos contar con que será él en cada partido que juegue. Marcelo, jugador fetiche de este blog, tiene que volver a los niveles de concentración del año pasado. Higuaín se empeña en guerras personales que muchas veces perjudican el juego del equipo, a pesar de su extraordinaria producción de goles.

Queda, por último, la incógnita de Di María. De no estar lesionado sería el quinto integrante del núcleo duro, sin ningún género de dudas. Su temporada estaba siendo extraordinaria; concretamente su partido del Pizjuán -¡jugando de enganche!- fue una muestra de madurez futbolística como hemos visto pocas últimamente. Esperemos que ineptitud de Sanitas llegue a su fin y podamos recuperar al argentino para esta recta final de temporada. Lo vamos a necesitar.

Sotiris Ninis: arde Grecia

por Mr Real Stinson

22 de Junio de 2010. Sudáfrica. La selección Griega queda eliminada de la Copa Mundial de naciones en primera fase. En el combinado griego ya empezaba a asomar la cabeza (aunque su actuación en Sudáfrica no tuvo mucho brillo debido a que disputó menos de 90 minutos) un joven de por entonces 20 años. Sotiris Ninis (Himara, Albania, 3 de abril de 1990) es un jugador especial. Uno de esos jugadores que pueden romper un partido con un pase mágico, un cambio de ritmo brusco  o tiro genial.

Ninis es la gran esperanza de Grecia de cara a los próximos 10 años. El nivel de Grecia en las próximas Eurocopas y Mundiales lo marcará casi principalmente la actuación de este joven centrocampista. Su posición natural es, digamos, la de interior en el 4-3-3, aunque se puede desenvolver a la perfección en todas las posiciones de la zona ancha e incluso de extremo; aunque es en el pivote donde claramente más se resiente su desempeño debido a su físico y a lo intermitente de su juego. Ninis es un futbolista con una técnica individual exquisita -quizás sea esta la cualidad que mejor lo define- aunque también tiene un cambio de ritmo capaz de dejar atrás a quien se proponga. Fue el segundo futbolista más joven en debutar en la liga Griega con tan sólo 16 años y lo hizo con el Panathinaikos, el club en el que juega actualmente, el equipo de su vida.

Sotiris Ninis es ese tipo de jugador que tiene todas las condiciones del mundo para triunfar pero por unos motivos u otros nunca termina de destacar de manera muy clara. Hace dos años, el año en el que su equipo jugaba la Champions, donde podía dejarse ver –y de hecho lo hizo en un momento puntual: un partido contra la Roma que seguramente sea su partido de más nivel hasta la fecha- tuvo problemas con las lesiones que no le permitieron tener continuidad a lo largo de la temporada. Este año esos problemas han reaparecido, ya que sufrió una lesión en uno de los primeros partidos del curso, siendo únicamente 11 minutos los disputados por el jugador esta temporada .

Aparte de las lesiones, hablamos de un jugador que quizás sea algo irregular en su juego, faceta que debe mejorar si quiere triunfar pero, obviamente, el primer paso que debe dar es salir de Grecia. Es el mejor jugador de la liga helena con diferencia; el campeonato local se le queda pequeño, necesita dar el salto a una gran liga europea y allí podremos observar si Sotiris es un buen jugador sin más o el crack que está destinado a sacar a Grecia del bache futbolístico en el que vive actualmente. En 2007 (Con 17 años) y en 2010 fue nombrado mejor jugador de la liga griega. El primer reconocimiento nos permite ver lo sobrado que va.

Volviendo a su posición, personalmente me gusta más cuando arranca tirado a la izquierda, ya sea como interior o como extremo, ya que es diestro y crea muchísimo peligro cada vez que tira la diagonal hacia dentro para buscar un pase interior o un tiro. También destaca cuando le dan libertad de movimientos, arrancando por el carril del 10 ya que tiene tantos recursos que no sabes con qué te va a salir. Para mi gusto, situarlo más atrasado en el terreno de juego sería perderlo futbolísticamente, ya no solo por su físico, sino porque le estarías quitando una de sus mayores cualidades, la chispa, la capacidad que tiene de liarla con espacio en 3/4 de cancha. Debe mejorar también su faceta goleadora ya que sus promedios en este sentido no son muy buenos: unos 4 goles por temporada.

Para que el aficionado que no le haya visto jugar pueda hacerse una idea más exacta del tipo de jugador del que hablamos, podemos decir que comparte estilo y algunas cualidades con Mesut Özil. Salvando muchísimo las distancias (sobre todo por lo que ha demostrado uno y lo que ha demostrado el otro), Sotiris Ninis tiene similitudes con el mago alemán en varios aspectos: ambos tienen una técnica superlativa, lo que les hace destacar por encima del resto y poder romper un partido con una jugada genial, ambos son algo intermitentes durante el transcurso del partido, su posición el el campo (aunque Ninis sea más polivalente y sobre todo, pueda jugar más atrás) es parecida. El puesto donde más brillan ambos es el de mediapunta.